15 diciembre 2010

¿Qué hubieras hecho tu?


El otro día, iba caminando hacia mi casa, en plena avenida me sorprende una señora que estaba apoyada a una pared. Ella era una mujer mayor, podría decir que vestía normal, una franela algo gastada, una licra en las mismas condiciones y unos zapatos deportivos en buen estado, se veía débil, los pocos pasos que dió para alcanzarme hasta donde yo estaba fueron muy torpes y parecieron dificultosos para ella. Tan inesperada fue su acción de tomarme del brazo, que apenas pude resistirme. Lo primero que pensé fue en un asalto, tantas son las historias que he escuchado sobre mujeres embarazadas robando a mano armada que una señora haciéndose pasar por una pobre viejita, no me parecía imposible. Pero ella entendiendo mi reacción, instantáneamente me dijo que no podía caminar bien y que quería ayuda para poder hacerlo, me preguntó si yo iba a seguir derecho y yo todavía inseguro de la situación le dije que no, que cruzaría en la siguiente cuadra, cosa totalmente falsa porque yo iba en la dirección que me indicó. Ella me dijo que estaba bien, que no quería molestar a nadie, solo quería un poco de ayuda para poder llegar a su casa.
 Bueno, emprendimos el camino, ella comenzó a contarme su historia, bien dramática a decir verdad: ella es ingeniero y fue gerente en 3 empresas, de mucho renombre, pero que un día iba manejando en la autopista y la chocó una gandola. Estuvo muchos días en terapia intensiva, y muchos meses en terapias de recuperación hasta que pudo volver a caminar, ella me dice: "se me desgració mi vida". Me contó de sus hijos, y a pesar de que se le dibujó una sonrisa en su rostro al nombrarlos no tardó en decirme que ellos estaban pendientes de sus familias pero que de ella no tanto, en ese momento me dijo: "bueno hasta aquí te acompaño, yo esperaré a que otro me ayude para seguir mi camino".
Fueron unos minutos extraños, pasé de sentirme inseguro a sentir lástima, luego admiración y al final quería ayudarla, incluso llevarla hasta su casa, olvidando el hecho de que era una persona completamente desconocida. Y me ofrecí, le dije: "no, vamos yo la acompaño" pero ni siquiera me dejó terminar, simplemente decía que me fuera que siguiera, que ella no quería ser una carga, simplemente estaba aprovechando "la cola" y se apoyó de la pared mientras decía: váyase! váyase!. Y, me fui.
Mientras cruzaba la calle para tomar la cuadra a la que supuestamente iba, estaba como en otra dimensión, estaba impresionado, todo pasó muy rápido pero a la vez lo recordaba todo, cada detalle. Hasta que finalmente salí de ese "estado" y reaccioné, pensé que estaba loco, que me pudieron haber robado, incluso llegué a pensar que me podían haber dado una de esas drogas para adormecer a la gente (burundanga) y por eso fui tan dócil. Pero me dí cuenta que esos pensamientos me los daba la razón, me los daba la supervivencia, porque lamentablemente vivimos en una sociedad totalmente insegura, nadie confía en nadie, todos estamos a la defensiva, pensamos que todo el que se nos acerque tiene malas intenciones y vemos las cosas con malicia, y aunque sea trsite es la verdad.
Mas adentro me sentía confiado, incluso me sentía mal por haberle mentido y dejarla ahí, en ese momento me di vuelta y mirando hacia la acera contraria la busqué, no había pasado mas de un minuto desde que la dejé, pero no la vi. Pensé que había encontrado a alguien mas pero mirando hacia la derecha no la veía, pensé que se habría regresado pero tampoco la veía hacia la izquierda. Sin analizar mucho la situación seguí caminando, una palmera de tronco muy ancho me tapaba parte de la acera contraria, sólo pensé que estaría detrás esperando su próximo "taxi". A la final, no quedé muy convencido si hice bien o mal, quizás solo hice mi parte. Pero lo que me llamó la atención fue mi reacción, mi primera impresión. Vivimos en un estado de desconfianza total, incluso creo que por eso ella se me abalanzó encima y no me preguntó primero, porque si me hubiese pedido ayuda seguramente le hubiese dicho que no, porque aunque nos parezca inhumano al escucharlo, cuando uno lo vive es diferente y es como si fuéramos tortugas, nos metemos en nuestro caparazón y esperamos a que pase el peligro, hemos sido obligados a aprender a vivir asi.
Estos son los momentos que lo hacen razonar a uno, que hacen que nos reconozcamos como seres humanos, que sepamos quienes somos en realidad, esos reflejos son los que nos dicen: Hey! tu no eres tan seguro como dices que eres. Las pequeñas cosas de la vida son las que mas nos marcan y nos hacen pensar y aprendemos de ellas, es mas de eso se trata la vida., o por lo menos así lo veo yo.
Como siempre deseándoles Buenas Vibras, hasta la próxima.

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